12 de junio de 2013

Muralla Zirí del Albaicín. Granada


El cerro de San Miguel,  se sitúa frente a la colina de la Alhambra y el Generalife, y junto a ellos configura parte de ese telón de fondo de la ciudad en el que el paisaje hace su transición de lo urbano a lo natural.
El proyecto buscaba realizar un tratamiento paisajístico del entorno de la ermita de San Miguel Alto y a su vez restaurar el roto de unos 40 m, originado en la muralla debido a un movimiento sísmico en el siglo XIX.
Por un lado la adecuación del entorno actúa en la restauración de las fachadas de la ermita, el acondicionamiento de caminos, la construcción de un camino escalonado y la plantación de pitas y chumberas típicas de estas laderas como en el Sacromonte.



Por otro lado, en la intervención de la muralla, que data del siglo XIV, y es obra del arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas, el proyecto pretende recuperar la continuidad lineal de la muralla y de su significado como límite histórico y defensivo de la ciudad.
Esa continuidad se consigue mediante un lienzo de lajas de granito que se adosa al muro originario sin llegar a entrar en contacto con él. La separación física entre el muro original y el añadido nos habla también de una separación temporal, separación que es evidente también en su materialidad, pero sin dejar de establecer por ello un diálogo permanente entre las dos partes. 

El uso de las losas de granito, en principio un material que no tiene nada que ver con el tapial del muro originario, consigue evocarlo tanto por la gama cromática como por el sistema constructivo usado, que al ir apilando losas, unas encima de otras si nos evoca los estratos constructivos del tapial.
Otra diferencia más entre el original y la intervención, mientras el original es un muro masivo, la intervención se convierte en un muro hueco, al que se puede acceder y recorrerlo, convirtiéndolo casi en un túnel del tiempo, que nos permite la ilusión de entrar y recorrer un muro, que nos invita a un juego de luces y miradas que permiten los huecos que van dejando entre si las losas de granito a modo de las celosías típicas de la cultura musulmana. Así mientras se recorre el tramo de muro, uno puede volver a jugar a ver sin ser visto, a contemplar la ciudad de manera fragmentada y a viajar en el tiempo.



Este es un proyecto lleno de sutilezas y de matices que se van descubriendo a medida que uno se acerca, lo recorre, y lo percibe.
Entre los premios y reconocimientos que ha obtenido figuran:
- Premio de Arquitectura Española a la mejor intervención en el Patrimonio Histórico Nacional 2007
- Consejo Superior de los Colegios de arquitectos de España. 2005-2007
- Premio Arquitectura Piedra 2006, Premio FAD Socis Arquinfad 2006
- Finalista en el IV European Prize for Urban Public Space 2006
- Obra expuesta en la IX Bienal de Arquitectura Española 2007
- X Premio Internacional de Arquitectura en Piedra, Verona 2007
- Premio Internacional Cappochin Bienal Architecture Papua 2007
- Seleccionado para el Premio Mies Van der Rohe 2007





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