Belén Labiano Napal
Master en paisajismo, jardinería y espacio público 2011-2012
Independientemente del medio de transporte utilizado para llegar o escapar de cualquier ciudad, nuestra primera y última percepción de ella, ya no la configura la propia arquitectura de la ciudad sino el paisaje industrial generado en torno a ella.
La ciudad dispersa y zonificada frente a la ciudad compacta y diversa
El tejido urbano de la ciudad contemporánea responde a la compleja interrelación de múltiples usos en necesaria coexistencia.
La
disposición generalizada de las áreas industriales en los bordes de la
ciudad, puede ser el resultado del equilibrio inestable de 2 tensiones
opuestas.
Desde
la creación de las primeras industrias, existe la tendencia de alejar
este uso del uso residencial por razones de salubridad, de gestión de la
producción y descongestión del transporte, entre otras. Este criterio
de ordenación da lugar a una zonificación por usos de la trama urbana, cuya evolución natural es la dispersión.
En la actualidad, la búsqueda de un modelo de ciudad sostenible apuesta por las ventajas de la ciudad compacta y diversa
(frente a la dispersa y zonificada) dado que cuanto mayor es la
accesibilidad, propiciada por la proximidad entre usos, menor es la
movilidad de los ciudadanos y mayor es la sostenibilidad del sistema
urbano.
La convivencia de estos 2 modelos de ciudad contrapuestos, puede interpretarse como un punto de inflexión en los criterios de planeamiento y ordenación urbana y por tanto puede representar también una oportunidad de cambio en el tratamiento que tradicionalmente se viene haciendo de las áreas industriales.
La imagen descuidada sin sensibilidad paisajística
La
arquitectura industrial, además del hecho de quedar ubicada en el borde
de las ciudades y segregada del resto de usos, responde en general a
una imagen anodina por su estética previsible que responde únicamente a
la funcionalidad más extrema.
Esta imagen descuidada y carente de intención está dando lugar a la devaluación paisajística del
límite de las ciudades, o peor aún, está deteriorando la percepción de
la ciudad desde el exterior, tanto al llegar a ella como al dejarla
atrás.
Por este motivo se podría diagnosticar que estamos utilizando una estrategia inadecuada
al desaprovechar la ubicación estratégica de las áreas industriales
resolviendo su arquitectura con escasa sensibilidad respecto al entorno y
alejándonos, no ya de la integración paisajística, sino de una
transición ciudad – campo más elaborada.
Conclusión. La intencionalidad del paisaje industrial
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